Despierto en pesadillas y veo que en vigilia siguen mi camino. Mi alma se decolora entre los matices de la oscuridad, mis sueños se hacen temor ante la invasión de las que me siguen. Y todo, todo porque te he perdido. Eras tan mía, tan nosotros, tan somos, que creí inseparables hasta en enarbolada muerte. Muerte, que incomprensible se hacía, pues tenía continuidad contigo. Entrega mutua que vencía cualquier presagio de oscuras nubes. Quimera. En mi ceguera, te cubría de luces, y tú me llenabas de instantes, ¡Y qué instantes!. Envidias sufragaban nuestras sonrisas, y en rodeo palpitaban los temores, pero yo era ingenuo a tales señales, hasta que sin verte partir, supe que ya no volverías. Te busqué debajo de los mares, y solo empapado quedé de silencio. quise alcanzarte al despertar la aurora, y quedé cegado por la mañana incolora, escapularia te hiciste a mis caminos, y suave tu retorno, en verdades se deshizo. Un ángel sollozo pretende susurrarme amor, mientras oye mis blasfemias, y solo puedo escuchar de él, que la fe sin acción es finada fe, ¿pero qué acción?, si las decisiones ya no me pertenecen, eres tú quien decidió dejarme para tomar bisoño fresco. Desnudo en el invierno me hallé, sin el calor de tu sonrisa, y envuelto en mies de torturas, mis aposentos se hicieron eco, de tu ausente vacío. Y el canto de las heridas, en coro humilla mis axiomas. Más envilece los aguardos, por encontrarte en un banquillo invernal que repose tu fragancia, y apoyarme quedo, como en primicia era. Me veo y no encuentro sustancia, ni sombra que la refleje, soy algo distinto a lo que tú hiciste. ¿Donde dejaste el cincel que me moldeaba? Agonía. Y en vestiduras corroídas por el transitar de búsquedas, me hice al espantajo carne, pues ya no me siento seda, como cuando tú posabas tus brazos en mis ilusiones del todo posible. No me rindo a reencontrarte, y te busco hasta en el olvido. Se que huyes porque temes el ahora, en el cansancio que queda en tu escapar No te acercas, ni permites que yo lo haga, pues desconoces mi accionar en ti. Y me ves distinto ahora, y sin embargo, igual. ¡Revierte tu camino al horizonte!, y encontraras al ávido perdonándose en tu placer, para resurgir de la inexistencia, y deleitar lo no ocurrido en torrente de hechos. Muchas veces cambiaste tu nombre, escondiéndote de mi cercanía, más ese brillo que emana travesuras te delataba hasta en el infinito. Y en dimensiones etéreas, pude por instantes localizar tu lar. Lunar al encontrar tu puerta, paredes caídas anunciaban tu partida, hollín de fogata seca, despedía a mis anhelos. Te he perdido, como se pierde lo sacro en el pecado, como espejismo que clama fuente, como soneto de sordos. Solo en la certeza de lo que fuimos, Prodigio quizás permita que me busques en ordenanza divina, encontrándome a tiempo, y en tenue sonrisa, olvide tu ausencia, pues el ocaso silente me está clamando, y es el Demonio quien se lo ordena. ¡oh!, antojos del derrotado, curiosa paradoja, que alimenta el coraje, y me grita seguir. En mi ancianidad tal vez regreses, Pretendiendo que nunca huiste. Falacia. Te fuiste. y no podéis sino disfrazarte novel de ti, jugando flamante conmigo al -para siempre-. Aquí en el orgullo muerto, estaré calmo por tu retorno, ya sin fuerzas de buscarte, más no sin ánimos de esperar. Afán Aunque te hayas vuelto a cambiar el nombre, aunque sea otro quien te toma raudo, yo seguiré gritándole al viento tu verdadero nombre, INFANCIA, ¿porqué te has ido?. |
Un espacio para quienes se redescubren en lo sutil, donde las resonancias del ego son simple polvo en el sendero transitado, cuyo rumbo se orienta por una brújula rota, y no importa el fin sino el camino.
Última actualización:
Última Actualización: Sábado, 19 de Marzo de 2011 - Recomiendo: Hacauitz - Nuevo: Permíteme hoy.../...Fémina... (Ask the Mountains)
" ...Y tocándola, El muchacho elevó en el aire la rosa. Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. "
La Rosa de Paracelso, Jorge Luis Borges
Viembenidoz...
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La Danza de la Rosa... nuestra carta
sábado, 5 de febrero de 2011
Lo perdido...
lunes, 31 de enero de 2011
Sáciame
su color se enrojecía con cada probada de mis labios, su nectar es delicia de entrepiernas en la lujuria del sediento. La miraba... como sádico presto ante la doncella solitaria; fauce de aguas, ojos pululos, manos en sofoco. La imaginaba distinta al tenerla esta vez. Asmodeo desenvaina su influjo, carencias y codicia, deslíz o recelo... ¡Basta!, me dije, pero no podía dejar de probala esta vez. Así que la tome entre mis manos; su contorno se frotaba en mis dedos, que la poseían devorándola, como si no hubiese un instante más, que el que me permite su dulce espesor. Desnudé su aliento en mis previos, y la hice acabar en mí. Manjar de opulentes, Amantes en estruendoso gozo. Deposité lo último de sus jugos en copa sedienta, y la vacié fulminada. |
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